Si escuchaste que había islas lejanas llenas de aves hiperinteligentes y asumiste que se trataban de loros o cuervos, las superestrellas del mundo de las aves sagaces, se te perdonaría. Sin embargo, si viajas a las islas Malvinas, cerca de la costa argentina, no encontrarás loros ni cuervos, sino halcones peculiarmente inteligentes llamados caracaras australes.
“Tuve una especie de corazonada acerca de cuán especiales son estas aves”, afirmó Katie Harrington, ecologista conductual de la Universidad de Medicina Veterinaria de Viena.
Al adaptar una serie de pruebas diseñadas en un principio para evaluar la cognición de las cacatúas, Harrington descubrió que los caracaras pueden resolver problemas igual que los loros. Los resultados se publicaron el 20 de noviembre en la revista Current Biology.
Harrington dirige el Proyecto Johnny Rook, que estudia a los halcones de las islas Malvinas y toma su nombre del apodo que tienen estas aves en esa región. Para comparar a los caracaras con otras aves inteligentes, Harrington adaptó ocho tareas de un experimento anterior que estudiaba la innovadora resolución de problemas de las cacatúas goffinianas.
De los 15 “Johnny rooks” a los que Harrington les hizo pruebas, todos resolvieron al menos un acertijo y 10 de ellos resolvieron los ocho, sin ningún entrenamiento previo.
“Estos caracaras de hecho resolvieron tareas que algunos de los loros que usan herramientas no pudieron resolver”, señaló Harrington.
Es comprensible que algunos animales se muestren asustadizos ante los científicos y sus extraños equipos, lo cual dificulta las pruebas de su inteligencia. Con los caracaras, Harrington tuvo el problema contrario. “Tuve que ponerme literalmente a la defensiva”, aseveró, manteniendo alejadas a las curiosas aves mientras se le aplicaba la prueba a otra con un rompecabezas de plexiglás que desafiaba a los caracaras a tirar, empujar, deslizar, apretar o hacer lo que fuera necesario para acceder a sabrosos trozos de carne.
Dado lo bien que se desempeñaron en este experimento y su audacia en general, los caracaras australes representan una nueva y prometedora especie modelo para estudiar la cognición de las aves. “Vale la pena estudiarlos”, afirmó Rachael Miller, psicóloga comparativa de la Universidad Anglia Ruskin de Inglaterra, quien no participó en la investigación.
No son muchos los científicos que han investigado la capacidad cerebral de los halcones, que están estrechamente emparentados con los loros y los cuervos, los genios emplumados más famosos. Harrington se lo atribuye a su etiqueta de ave rapaz, que supone que estas tienen un estilo de vida sencillo de “posarse, cazar, dormir, repetir”; sin embargo, quienes pasan tiempo con los caracaras aprenden rápidamente que no solo piensan en carne.
“Los cetreros comparten estas historias de cómo los caracaras australes no son como las otras aves que están tratando de entrenar”, dijo Harrington. “A los caracaras australes hay que darles juguetes para perros con los que jugar”.
Miller está de acuerdo en que el mundo de las aves hace demasiado hincapié en determinadas especies: descubrió que los estudios recientes sobre el comportamiento y la cognición de las aves se han centrado solo en el 1 por ciento de las 10.000 especies de aves conocidas. “Estoy totalmente a favor de que la investigación se amplíe a otros grupos de aves, además de los córvidos y los loros”, señaló Miller.
Harrington sospecha que los caracaras desarrollaron su astucia para enfrentar las duras condiciones de vida en las islas Malvinas. En los meses de verano, los caracaras se alimentan de las colonias de aves marinas, pero cuando esas aves emigran en invierno, a los halcones “como que se les acaba la suerte”, afirmó Harrington. La curiosidad y el ingenio pueden ayudar a un caracara hambriento a encontrar comida en tiempos de escasez.
Su osadía ha metido a los halcones en problemas con los criadores de ovejas de las Malvinas. “Se les ha perseguido históricamente”, dijo Harrington. “De hecho, solía haber una recompensa por sus picos”.
Hoy en día, la percepción pública ha incentivado la protección legal de las aves. Esto es importante porque, aunque su inteligencia puede hacerlos parecer listos para dominar el mundo, los caracaras australes tienen un área geográfica limitada: solo se encuentran en las islas exteriores de las Malvinas y Tierra del Fuego, en el extremo sur de Sudamérica.
Harrington quiere seguir poniendo a prueba sus potentes cerebros. Espera analizar las diferencias individuales entre los pájaros a la hora de enfrentarse al rompecabezas y volver a examinar algunas aves un año después del experimento, para comprobar la solidez de su memoria. Y dado lo sociables que son los caracaras, Miller se pregunta si existe la posibilidad de que aprendan a resolver problemas observándose entre sí.
Al estudiar a estas aves, “podemos abrir otra puerta a la investigación cognitiva comparativa”, afirmó Harrington. Dada la agudeza de sus garras y de su mente, no te sorprendas si estos halcones descubren cómo abrir esa puerta por sí mismos.